Acto de Conmemoración del 10mo. Aniversario
DISCURSO DE LA COORDINADORA GENERAL DE PARTICIPACIÓN CIUDADANA,
MIRIAM DIAZ SANTANA
Mañana, 31 de octubre, Participación Ciudadana cumple sus diez años de vida. Particularmente me emocionan mucho los cumpleaños. En estas ocasiones, siempre nos embargan los recuerdos , las emociones, los sentimientos encontrados que nos dejan los momentos vividos. Se entremezclan la alegría y satisfacción por las metas logradas, los esfuerzos desplegados, los frutos cosechados, los grandes momentos; pero también los sufrimientos producidos por las frustraciones, los desencantos, las derrotas y las cosas que pensamos que no hicimos bien. Todos estos estados conforman a los seres humanos y también a las instituciones. Esa variedad de experiencias es la que nos hace crecer, la que nos acerca a la divinidad y la que produce las mayores satisfacciones, porque el peor de los estados es el no hacer nada, la inercia, el pesimismo y la ausencia de confianza en causa alguna.
Porque asumimos nuestra realidad con optimismo y con realismo es que celebramos con alegría este cumpleaños. Hace diez años, nos reunimos con la determinación y la convicción de que teníamos una misión que cumplir y que la misma valía todos los esfuerzos que fueren necesarios. Hoy, seguimos pensando que ha valido la pena y damos gracias por la oportunidad que hemos tenido de aportar en la consecución de ideas, inquietudes y utopías que habíamos predicado por muchos años y que, aún no sabemos en qué medida se han realizado, aunque sí nos han mantenido muy ocupados.
En el 1993, nuestro país vivía una situación que conviene no olvidar, sobre todo cuando nos asalte la tentación de pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Los estragos de la crisis económica de la década de los 80 y principios de los 90 apenas comenzaban a superarse. Recordemos que entre el 1986 y el 1990 el peso se devaluó en más de cuatrocientos por ciento. En el 86 la tasa promedio fue 2.89 y en el 90 alcanzó los 12.50. En ese último año el país tuvo una inflación que sobrepasó el cien por ciento y un desabastecimiento tan grande que parecía que estábamos en medio de una guerra.
En ese contexto se dio el trauma electoral del 1990, acontecimiento que estremeció la conciencia de todos los que habíamos soñado y luchado para que este país avanzara. Recordemos el sentimiento de impotencia y el desamparo que experimentamos ante la falta de respuesta organizada de la sociedad dominicana. El Congreso Nacional y la justicia eran instituciones maniatadas por el inmenso poder del entonces Presidente por cuarta vez, el Dr. Joaquín Balaguer. Los partidos políticos fundamentaban su fortaleza de entonces en el caudillismo y el autoritarismo. La sociedad civil estaba fraccionada, carecía de confianza en sus propias fuerzas y no tenía bien definidos sus ámbitos de acción.
En esos momentos, a muchos de los que estamos aquí nos embargaba un gran sentimiento de frustración, a causa de los retrocesos en el orden democrático e institucional. Pero no nos dejamos vencer por el pesimismo y es así que de un pequeño grupo de soñadores surge la idea de crear una organización que, desde un espacio de la sociedad civil, dejara escuchar su voz e hiciera sentir su presión sobre los poderes públicos, a favor de los viejos sueños democráticos y de progreso social de tantos hombres y mujeres dominicanos.
Ese grupo estuvo constituido por ciudadanos y ciudadanas, profesionales de diferentes áreas, con amplio historial en la construcción de la democracia, pero sin interés en la militancia partidaria. Podría decirse que ciudadanos comunes, de los que hay miles en el país, pero imbuidos de mucha determinación de no ser sólo espectadores y analistas, sino actores, dispuestos a ganar un espacio y a rescatar algo de la confianza perdida por esta sociedad.
Y aquí estamos, diez años después, quizás con problemas parecidos, pero con la satisfacción de no habernos quedado callados e inertes. Cada uno de los años transcurridos ha tenido sus afanes y desafíos. En el documental que verán en breve, aparecen reseñados momentos relevantes de nuestro trabajo y el testimonio de muchos de los actores. De manera que, no pretendo en estas palabras resumir una historia que puede ser muy larga. Sólo quiero destacar algunas de nuestras mayores inquietudes en estos años.
Participación Ciudadana nació ligada a la preocupación por la celebración de elecciones limpias, porque creemos que el sistema democrático es el mejor y que la legitimidad de las autoridades electas es una condición indispensable para el afianzamiento de este sistema. Nos sentimos orgullosos de nuestros aportes en este campo, de que seamos señalados como una institución modelo en observación electoral, más allá incluso del continente y de que nuestros conteos rápidos hayan sido calificados como los más aproximados a los resultados por expertos internacionales.
Cinco elecciones se han celebrado en estos diez años. En las últimas cuatro se han registrado avances, muchas experiencias positivas y aprendizajes. Estos avances, sin embargo, se ven constantemente amenazados por una cultura política de nuestros dirigentes que parece no corresponder con la madurez democrática que este pueblo muestra en cada proceso electoral. Hasta hace poco pensábamos que la observación electoral era una actividad pronta a desaparecer en el país. En estos momentos estamos reforzando nuestro programa de observación del proceso electoral con vistas a las elecciones del 2004.
El fortalecimiento del sistema judicial ha sido otra línea de trabajo a la que hemos dedicado muchos esfuerzos, porque estamos convencidos de que es imposible construir una sociedad con justicia social y democracia, sin que impere el respeto a la constitución y a las leyes, ni sobre la base de una justicia que se aplique sólo a aquellos que no tienen con qué comprar impunidad. En este aspecto se pueden señalar avances significativos en los aspectos organizativos, institucionales y de calidad del personal, aunque se mantiene la vieja práctica de archivar los expedientes, especialmente los de corrupción. Aspiramos a que se sienten ejemplos contundentes, con casos que cursan actualmente en los tribunales y que deben enviar un mensaje claro a la sociedad de que la justicia ha cambiado.
La lucha contra la corrupción ha venido ocupando cada vez más tiempo y esfuerzos en nuestros planes de trabajo. En este año, el fraude de BANINTER le dio proporciones gigantescas a este grave problema nacional y lo ha convertido quizás en el mayor desafío de la sociedad dominicana. Si no avanzamos en esto, no habrá reforma que se sostenga, porque este mal corroe a instituciones de todos los tipos, públicas y privadas, consume los recursos, aumenta la pobreza y la desigualdad social y, sobre todo, actúa como un elemento multiplicador de toda clase de males en las jóvenes generaciones.
El fortalecimiento de la democracia en general y de las instituciones políticas y sociales que la sustentan, también ha sido un interés permanente de Participación Ciudadana. Hemos puesto mucho esfuerzo en el fortalecimiento y articulación de la sociedad civil, pero también en los partidos políticos, y la verdad es que nos da mucho pesar ver la situación en que se encuentran algunos de nuestros principales partidos, producto de las ambiciones desmedidas, la debilidad institucional y la ausencia de prácticas democráticas. La pérdida de credibilidad de los partidos ha conducido a profundas crisis democráticas en muchos países de nuestro continente. Hacemos votos para que la República Dominicana no transite el mismo camino y que nuestros dirigentes políticos no sigan apostando a la mala memoria, a la ingenuidad del pueblo dominicano y a su tradicional entusiasmo por los procesos electorales.
Participación Ciudadana ha abogado y lo seguirá haciendo porque nuestro país se enrumbe por caminos de progreso, en el marco de un régimen democrático y de justicia social. En este sentido, seguiremos contribuyendo en el fortalecimiento de las instituciones, el establecimiento de una normativa legal que sirva de marco a las reformas que el país necesita para ponernos a la altura de los tiempos, el respeto a los derechos ciudadanos, la educación, el bienestar general y una mejor distribución de las riquezas.
Todas estas aspiraciones aparecen en nuestra declaración de principios. Algunas de las reformas que visualizamos en aquella ocasión se han logrado y estamos seguros que los esfuerzos de estos años no han sido en vano, pero la mayoría de ellas siguen teniendo la misma vigencia y nuestras aspiraciones están muy lejos de verse satisfechas.
Este aniversario de Participación Ciudadana nos encuentra en un momento de mucho pesimismo. Grandes nubarrones oscurecen el horizonte nacional. Algunos proceden de malos tiempos del planeta, como las guerras, los altos precios del petróleo, los atentados terroristas y la depresión económica. A estos malos tiempos del planeta se suman vientos huracanados criollos, entre los que se cuentan las erradas políticas macroeconómicas, la ambición desmedida, manifestada en creciente corrupción, violaciones a las leyes, la pérdida de credibilidad en la dirigencia política nacional, las acciones irresponsables y dolosas de algunos empresarios que han empañado el honor y la credibilidad en ese sector.
Todos estos elementos se han combinado para presentar un panorama oscuro y amenazante, el cual asumimos como un desafío en este 10mo. Aniversario de Participación Ciudadana; refuerza nuestra misión y nos compromete por muchos años más a continuar en los afanes por la construcción de una sociedad mejor.
Como es tradición pedir un deseo en el cumpleaños, quisiera expresar algunos deseos que son al mismo tiempo un ferviente llamado a la sociedad dominicana y a sus principales actores:
Al Presidente Hipólito Mejía, pedirle que de un ejemplo de patriotismo, concentrando todas sus energías, aun a costa de relegar proyectos personales y expectativas de grupos, en la ejecución de una política económica y social coherente y consistente con las necesidades nacionales y encaminada en sacar al país de la crisis económica en que se encuentra.
A los partidos políticos les pedimos que rescaten la confianza y la esperanza de la ciudadanía, cumpliendo sus promesas, buscando soluciones reales para la disminución de la pobreza y el progreso en general y, sobre todo, rompiendo ese terrible círculo vicioso de corrupción que amenaza con llevarnos al descalabro como nación.
A los congresistas, en estos momentos sólo queremos pedirles que den un ejemplo a un país que tanto lo necesita, aprobando las reformas que ya han sido concertadas y que están pendientes en el Congreso, negándose a pasar cualquier iniciativa que traiga más intranquilidad y retroceso a este país y, sobre todo, aquellas que puedan representar privilegios irritantes en detrimento de la misma población que les dio su voto de confianza.
Al Sistema Judicial Dominicano le pedimos un ejemplo, al menos un caso que envíe a la sociedad y al mundo el mensaje de que terminó la impunidad frente al delito, para que todos sepamos que debemos pagar por las consecuencias de nuestras acciones.
Al empresariado le pedimos una mayor contribución, sobre todo a aquellos que les va mejor en sus negocios. Para los próximos años aspiramos a un empresariado más comprometido con el aumento de la productividad, en un marco de equidad y justicia social, con el cumplimiento de las leyes, la transparencia de la gestión pública y privada y con los mejores valores nacionales.
A las organizaciones de la sociedad civil les pedimos mucha coherencia, persistencia en sus principios y acciones, honestidad en la administración de sus recursos y cuidar mucho lo que hemos construido, porque lo que mas necesita este país es confianza en sus instituciones, buen ejemplo, concertación y una buena dosis de patriotismo.
Al pueblo dominicano en general lo exhortamos a tomar su destino en sus propias manos, integrándose, cada cual en su ámbito y dentro de sus posibilidades a la construcción de una sociedad mejor. Este país cambiará radicalmente cuando se sustituya la famosa frase "dónde está lo mío"por la frase "En qué puedo ayudar".
Gracias a todos los que nos han apoyado en estos 10 años, especialmente a la prensa , que ha estado presente en todas nuestras acciones y las ha transmitido con fidelidad; a las agencias financiadoras que han hecho posible muchos de nuestros proyectos, sin que nos hayan condicionado pensamiento, palabra o acción. A todos ustedes amigos y amigas y a los miles de voluntarios que colaboran en la observación electoral y en todas nuestras acciones, a nuestros colegas de la sociedad civil y a todos lo que han creído en nosotros y con quienes nos sentimos comprometidos a continuar trabajando por la construcción de una patria mejor.
Los dominicanos tenemos muchas fortalezas y bellezas de las cuales enorgullecernos. Somos una nación viable. Tomemos el ejemplo de nuestros deportistas en los pasados juegos panamericanos y en dondequiera que nos representan y exhiben con orgullo los símbolos de la dominicanidad, poniendo en alto nuestros mejores valores.
Levantemos con orgullo esos símbolos dondequiera que nos encontremos.