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Participación Ciudadana realiza panel

El movimiento cívico no partidista, Participación Ciudadana  realizó el Panel “Procesos electorales vistos desde la Juventud: propuestas para el futuro, este martes 29 de junio, con la participación de líderes jóvenes de los partidos políticos.

Las palabras de apertura del panel procesos electorales vistos desde la juventud, la dijo el Alfonso Abreu Collado, Coordinador General, quien precisó que los partidos políticos tienen que estar estructurados de tal manera que sean una expresión de una parte de la sociedad con disposición al diálogo y la negociación con las otras dominaciones partidarias y con los grupos organizados no partidarios existentes, de tal forma que se puedan obtener acuerdos que permitan el buen gobierno.

Este panel forma  parte de las actividades que realiza el programa Democratización del Liderazgo Político que desarrolla este movimiento cívico no partidista, Participación Ciudadana.

En este panel se desarrollaron dos exposiciones una sobre   “Visión de los jóvenes de partidos políticos sobre los procesos electorales: propuestas para el futuro”, que fue presentada por los dirigentes políticos José Felipe Laluz – PLD;  Julissa Hernández – PRD; Wellington Mejía – PRSC y  Julio Jiménez– PRI

En tanto que Vianela Díaz,  encargada del  Programa Político-Electoral de Participación Ciudadana, presentó un documento con el terma  “Visión desde la sociedad civil sobre los procesos electorales: propuestas para el futuro”.

A continuación palabras presentadas por el Sr. Alfonso Abreu Collado, coordinador general de PC.

La democracia y los Partidos Políticos

Es un verdadero placer dar apertura a este panel orientado a conocer la visión de la juventud organizada en los partidos políticos en torno a los procesos electorales.

Se puede considerar casi como un axioma que la presencia de los partidos políticos se hace necesaria para hacer viable el ejercicio democrático del poder.

La conquista del poder por la vía democrática implica que los partidos politicos tienen que someterse periódicamente al escrutinio de las urnas, presentando planes de gobiernos y candidatos que logren las simpatías del electorado.

Pero la democracia no puede estar limitada al simple ejercicio del voto cada determinado lapso, sino que también involucra la apertura de espacios para la participación de los ciudadanos, de la manera más amplia posible, en la toma de decisiones.

Por consiguiente, los partidos políticos tienen que estar estructurados de tal manera que sean una expresión de una parte de la sociedad con disposición al diálogo y la negociación con las otras denominaciones partidarias y con los grupos organizados no partidarios existentes, de tal forma que se puedan obtener acuerdos que permitan el buen gobierno.

Debe decirse, sin embargo, que la democratización, aún a lo interno de las estructuras partidarias, se torna difícil cuando en la conducción de los partidos predominan rasgos caudillistas. Los partidos requieren la adopción de procedimientos democráticos para elegir sus dirigentes con la participación de todos los miembros y afiliados, de tal manera que los jóvenes militantes, que reúnen las condiciones, puedan alcanzar niveles de dirección sin ser obstaculizados por los grupos que se atrincheran cerrando el paso a la renovación periódica de los mandos partidarios.

Por otro lado, la acción política de los partidos debe estar cimentada en determinados valores éticos, de tal manera que el interés público siempre esté por encima de cualquier interés particular de los dirigentes o miembros del Partido. Pues, de otra manera, cuando lo que predomina es el clientelismo y el otorgamiento de rentas, el partido se convierte en un simple grupo que, una vez llegado al poder, controla los mecanismos del Estado para dispensar favores y privilegios a correligionarios y relacionados, dejando de obrar de acuerdo al bien común.

El ejercicio político se corrompe cuando el partido o grupo que controla el poder estatal se agencia el apoyo de los grupos de presión económica privados en base a exenciones y tratamientos privilegiados, de carácter impositivo o financiero, que le aseguran a estos grupos una mayor acumulación de rentas. O cuando la lealtad de los miembros del partido se obtiene a través de otorgamiento de prebendas o canonjías.

La vía más utilizada por los sectores de presión privados para posteriormente garantizarse tratamientos privilegiados, es la de contribuir al financiamiento de las compañas electorales de los partidos.

Este tipo de comportamiento se acentúa cuando, como en el caso de nuestro país, la debilidad institucional es tan pronunciada que son escasos los controles administrativos y no existen mecanismos operativos y funcionales para exigir rendimiento de cuentas.

Es esa la razón de que sea cada vez más fuerte la presión de los sectores organizados de la sociedad civil no partidaria, demandando mayor transparencia en cuanto al origen y el destino de los recursos utilizados para financiar las actividades de los partidos en general y las campañas electorales en particular.

Percepción de la ciudadanía acerca de los partidos políticos

Para conocer la percepción de los ciudadanos dominicanos sobre los partidos políticos del país podemos referirnos a los resultados de las llamadas “encuestas Demos” de los años 1994, 1997 y 2001 publicados en el documento: “¿Hacia donde va la democracia dominicana? 1994-2001”. Todavía no están publicado los resultados de la encuesta correspondiente al año 2004, cuyos trabajos de campo ya han sido realizados y que debe estar en la etapa de análisis. Sin embargo, la consistencia observada en las tres encuestas anteriores en torno a la apreciación ciudadana en relación al comportamiento de los partidos políticos, nos permite conjeturar que dichos resultados no serán diferentes en esta ocasión. Y es que el accionar de los partidos políticos dominicanos, con el predominio de prácticas caudillistas, rentistas y clientelistas, ha conllevado a una percepción altamente negativa en torno al comportamiento político-partidario.

Así, puede apreciarse que en el año 2001 un 71% de la población entendía que la política es un medio utilizado por los políticos para obtener beneficios particulares y sólo un 15% consideraba que el objetivo de participar en política es mejorar la situación del país. Consistente con el resultado anterior, el 65% considera que los partidos políticos sólo sirven para participar en elecciones cada cuatro años.

Las encuestas de 1994 y 2001 arrojan resultados similares en cuanto a los intereses que defienden los partidos políticos. Mientras un 53% considera que sólo defienden los intereses de los propios políticos, el 37% entiende que defienden intereses de algunos grupos o personas. Es decir que el 90% considera que los partidos no están preocupados por el bienestar general del país, sino de grupos particulares.

Esa percepción negativa se reconfirma en las tres encuestas, con la apreciación del 93% de la población, de que los políticos se aprovechan siempre de sus cargos en beneficio propio.

Grave es constatar que la práctica clientelista es tan habitual que DEMOS 2001 arrojó que más de la mitad de la población acepta como válido que un funcionario reparta favores económicos en premio al apoyo recibido para llegar al gobierno.

Esta misma distorsión de valores queda de manifiesto al indagar en torno a la importancia del respeto y el cumplimiento de la ley. En este sentido el 87% de la población entiende que la norma legal queda relegada si se tiene un buen enllave en un alto cargo del gobierno. Y el 90% considera que la ley sólo se aplica al que está abajo y no tiene enllave.

Así se explica que una proporción cada vez mayor de la población prefiera mantenerse al margen de la militancia y los compromisos partidarios, pues además de no detectar ninguna diferencia en el accionar político de los principales partidos, desconfía de la integridad de sus dirigentes.

Por eso también en cada proceso electoral se puede apreciar que una alta proporción de ciudadanos ejerce el llamado “voto de castigo” o contra determinado partido a manera de protesta contra la forma en que el mismo ha ejercido el poder, mientras otra porción significativa de los ciudadanos prefiere abstenerse de votar para no cohonestar con el sufragio lo que supone será “más de lo mismo”.

Superar esas percepciones ciudadanas sobre el accionar de los partidos políticos y sus tradicionales practicas rentistas y clientelistas es, sin quizás, uno de los principales retos que tienen por delante los partidos políticos del país.

Es hora de adecentar la política dominicana.

Y, en esa tarea están llamados a jugar un papel de primer orden las nuevas generaciones de lideres de los diferentes partidos políticos. Es el liderazgo juvenil el que tiene las mayores potencialidades para un movimiento de renovación interna que rescate los principios y la mística que garanticen un ejercicio ético del poder y un respeto irrestricto a la ley de parte de los gobernantes.

Serán los jóvenes los responsables de dejar atrás, de una vez por todas, las prácticas caudillistas o clientelistas instauradas desde su origen en todos los partidos, y que la generación de relevo de los grandes caudillos no ha podido o no ha querido extirpar.

Los programas de Participación Ciudadana orientados a la formación de los jóvenes de los diferentes partidos, con una visión más democrática y participativa del quehacer político, es parte de nuestra contribución a la superación de ese lastre histórico que le dificulta al país alcanzar estadios superiores de crecimiento y una distribución del ingreso más equitativa entre los diferentes sectores sociales.

Espero que este panel de evaluación de los procesos electorales sirva para generar propuestas que contribuyan a mejorar la calidad del ejercicio político de nuestro país.

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