Análisis coyuntural, Latinobarómetro 2023 y prospectiva
Cándido Mercedes
“La democracia constituye un determinado modelo de regulación de la convivencia política de una sociedad, concreta, que se manifiesta en una serie de valores, principios, normas, instituciones y actividades políticas. La democracia se estructura en la práctica a través de los sistemas políticos democráticos”. (Gurutz Jauregui: Hacia una Regeneración Democrática).
En un análisis de coyuntura hay que trascender la mera opinión que está revestida de lo subjetivo, de la inmediatez, de la intencionalidad, del marco de la direccionalidad y parcialidad personal. En un análisis de coyuntura cuenta lo factual, lo empírico, lo objetivo que se pueda construir y contrastar con datos, con información, que permita dibujar el contexto de la situación con cierta validez y confiabilidad.
Se requiere en un análisis de coyuntura auscultar y verificar los escenarios posibles, cuales actores están involucrados, el grado de importancia, de jerarquización, de los actores, cuales eventos se pueden generar en el espacio y tiempo que ha de transcurrir en el mismo, determinando que debemos de tener una mirada no solo holística sino flexible, para poder operativizar todas las herramientas que existen en la realidad y la celeridad con que cambian tanto los posibles potenciales actores, como los intereses y la dialéctica de las relaciones y las cadenas de ciclos que se puedan generar.
Para nosotros, en un análisis de coyuntura, sobre todo político-electoral, es como dimana o como ha de derivar, en la búsqueda del hilo conductor de la mezcla de la democracia, pensamientos, sentimientos y las necesarias voluntades. Se trata de ir un poco más allá de la realidad real para bosquejarnos en el bosque que hace historia: allí donde el ciudadano, el electorado no es un mero instrumento del poder, sino el verdadero sujeto que mueve las relaciones de poder.
¿Qué trata un análisis de coyuntura? Un análisis de coyuntura configura y comporta un cuerpo, un conjunto de circunstancias, de hechos, de actores, de relaciones y de fuerzas sociales, políticas y económicas que gravitan en una formación social determinada. En el análisis de la coyuntura política electoral importa saber cómo se mueven las fuerzas políticas y económicas, las iglesias, las fuerzas institucionales y los poderes fácticos externos. Grado de pertinencia, alcance y limitaciones de las alianzas, objetivizadas a corto, mediano y largo plazo. Vale decir, la interacción entre lo que se gana y pierde. No hay que olvidar que las elecciones son el espacio de legitimación de los partidos políticos y que encierran verdaderas limitaciones temporales.
En el análisis de coyuntura han de destacarse los escenarios posibles, las relaciones de fuerza, los distintos proyectos que convergen en un momento determinado. Incluso, el grado de mutación y la conformación dialéctica que se pueden anidar como cambios potenciales posibles que pueden derivarse. Es pertinente subrayar lo que ha de contener un análisis de coyuntura:
- Actores sociales, políticos.
- Relaciones que convergen (relaciones de fuerzas).
- Mirada de los actores económicos más poderosos.
- Realidad social.
- Contexto mundial.
- Marco económico y los factores macroeconómicos.
- El poder institucional.
- El grado de incertidumbre global.
- El Índice de Riesgo Global.
- Cambios y los niveles de tendencia económico, político en la región y en el mundo.
- Potenciales niveles de alianzas y el canibalismo político.
En el 2020, dos partidos políticos (PRM – PLD), a nivel Presidencial, configuraron en los resultados electorales el 90% de los votos válidos. Esto es, un bipartidismo claramente diferenciado. Hoy, en menos de tres años, se visualiza un tripartidismo, esto, es una mayor fragmentación electoral. En los actores políticos actuales hay uno que fue presidente en el 1996 – 2004 y 2008 (tres veces). Hoy, es la expresión más exacerbada del caudillismo y del personalismo político, fragua medular, tierra fértil de la autocracia.
Los actores políticos, sociales, más conservadores, más atrasados, las fuerzas sociales más retrogradas se encuentran alrededor del candidato que salió en su convención a “unanimidad”, con un solo inscrito. Dibuja la cámara de mueca institucional de un partido. Representa, si tuviera consciencia de ello, la clara obviedad de una crisis existencial permanente, pues es el principal protagonista del desbalance, del divorcio entre el pensar, el hacer y el decir. El fuerte personalismo lo lleva a una “autonomía”, con agendas de intereses individuales y particulares que yugulan y estropean todo lo que es dable recorrer y reconocer en el tramo de la sociedad, en los últimos 6 años.
Los gobiernos de Danilo Medina Sánchez, en el plano económico-social, fueron más exitosos, más avanzados, evolucionaron más positivamente que los de Leonel Antonio Fernández Reyna. Sin embargo, hay que destacar que, en el plano de la captura del Estado, de la cleptocracia, de la anomia institucional, ellos dos, permitieron de manera visceral, grotesca, la corrupción en el ejercicio del poder político. La corrupción tanto en los niveles de acumulación originaria de capital, como también, marco del clientelismo institucional para su hegemonía y dominación. ¡Dejaron que la corrupción se normalizara y que el Comité Político fuera el órgano principal del Estado dominicano! Un Estado de autocracia partidaria.
Un estudio de la realidad política con el novel candidato Abel Martínez, la crisis de su partido y la crisis del liderazgo de la oposición en su conjunto, lleva a señalar que Luis Rodolfo Abinader Corona ganará en el 2024. Las fuerzas económicas indican que se sienten cómodas con el actual presidente y las fuerzas que constituyen parte significativa del poder internacional, se encuentran entusiasmados.
Las potenciales y niveles de alianzas hay que verlas a corto, mediano y largo plazo. En el caso de una posible alianza entre PLD y FP, ello potencializa un mayor grado de competitividad de cara a las elecciones del 2024. No obstante, hay que destacar que, si el PLD apoya a FP a nivel presidencial, la organización, fundada por Juan Bosch en 1973, desaparece rápidamente. Lo mismo sucedería si la Fuerza del Pueblo apoya a nivel presidencial al PLD, la salida de Leonel, históricamente, entonces, no tendría el más mínimo sentido. Se daría un claro canibalismo. En término estratégico no existe un espíritu de cuerpo para ninguna de las dos instituciones.
Lo que cabe resaltar, para empujar una agenda social colectiva y neutralizar la recesión democrática, el grado de involución, es buscar porque en América Latina, el apoyo a la democracia, la indiferencia y el autoritarismo, están gravitando como factores políticos que vienen roturando la democracia. Lo que nos dice Latinobarómetro 2023 es como los partidos políticos no nos están representando. Como los jóvenes creen cada día menos en la democracia. Como la clase alta, que representan la sociedad del mercado, del capitalismo, creen menos en el sistema político como ente de la democracia.
Latinobarómetro nos apuntala como los indicadores de Apoyo a la democracia, Indiferencia, Autoritarismo, vienen originando una recesión democrática en los últimos años. Los tres indicadores, plantea el estudio para República Dominicana “El país transita levemente en el sentido contrario a la consolidación democrática”. Por ello, nuestra nación es una democracia “fértil al populismo y a la autocracia”. La firma de opinión nos define la confianza “como la capacidad de anticipar lo que sucede”. Acotaríamos, como la capacidad de poder predecir lo que puede suceder, en el marco del grado de actuación institucional, conforme a las reglas del juego.
El informe de Latinobarómetro 2023 se pregunta: ¿Qué motivos generaron esta recesión democrática? Se responden “Los personalismos, la debilidad de los partidos políticos. La corrupción tuerce el poder del voto al intervenir en las campañas electorales, con enormes sumas de dinero y provoca una competencia desleal”. (Déficit fiscal del 2012 y Calamar del 2020).
Abunda la investigación del 2023 “Después que todos los países produjeron su transición entre 1978-2008 – América Latina ha entrado en una recesión democrática… no solo por la existencia de las electo-dictaduras, sino por el deterioro y declive de la democracia”. Tan interesante estudio lleva un título que esboza “La ideología derrotada por el poder”. ¿Quién manda en las democracias latinoamericanas? A seguidas se responde: Mandan el dinero, los personalismos y el poder político. En un poder sin BALANCES, donde existen: Deficiencia, Carencia y Corrupción”.
Dramáticamente nos describen “La corrupción del poder presidencial es una forma brutal de minar las bases de la democracia”. Y, como colofón, para avisarnos que veamos con nuevos ojos nos dicen “La política se transformó en un botín para los corruptos en América Latina y eso debilitó la democracia y eso ha debilitado la democracia”. En el sentido amplio, Gurutz Jauregui, citado en el preámbulo, nos dice que “la democracia es un conjunto de ideales o valores que expresan las aspiraciones de libertad e igualdad del ser humano. Este caso la democracia constituiría una actitud o forma de vida que impregna no solo la actividad pública sino también las relaciones privadas, familiares, sociales”.
La democracia ha de tener como soporte el marco de la legitimidad y eficacia. Una democracia ha de cimentarse y prosperar en lo que el gran sociólogo Max Weber definía como el principio de la legitimidad legal-racional. Como nos decía Isidoro Cheresky en su libro El nuevo rostro de la democracia, citamos “… la democracia sería a la vez voluntad popular en expansión y Estado de derecho garante, pero también regulador de esa voluntad”. Más adelante el autor refuerza la importancia de la democracia al rubricar “la democracia no es tan solo un régimen de gobierno, que asegura la representación sustentada en el voto ciudadano y la competencia política, sino además, una forma de sociedad, lo que supone que sus principios de libertad e igualdad configuran y se hallan activos en todo el tejido social”.
En función del análisis de coyuntura y del informe Latinobarómetro del 2023, ¿cuál es la prospectiva que debemos avizorar y acelerar como eje nodal para impulsar una mayor y mejor democracia? La prospectiva se encamina a la necesaria reflexividad de que nos encontramos en el mundo en un arduo proceso de transformación, merced a esta enorme incertidumbre que hoy acelera los cambios. En esa visión, al comprender que las fuerzas sociales y las relaciones que habitan en él, son cuasi las mismas.
Debemos, para que la recesión democrática no caiga en un deterioro prolongado, asumir un liderazgo horizontal, un liderazgo donde el capital reputacional y ético se sobredimensione, para que la decencia política apuntale un ejercicio político construido en la legitimidad y donde la institucionalidad sea la norma. La prospectiva nos indica que debemos de acometer la tarea de esforzarnos como sociedad, de diseñar una agenda mínima que lleve en la ventana los elementos estructurales que hemos ido procrastinando, al tiempo que le ganamos la guerra a esta pésima rémora y modorra de la desigualdad, de la pobreza y la lacerante injusticia que nos permea de manera cotidiana.
Necesitamos un liderazgo más humano, no un ser “creído” en su “predestinación”, cercano, generador de empatía, donde el puesto no lo haga considerarse por encima de los demás, por “encima del bien y del mal”. Requerimos de un tipo de dirigente donde los puestos no sean un neopatrimonialismo: una extensión del colmado de su casa, donde se expande una “confusión” de roles que no saben diferenciar entre lo personal y el Estado. Sencillamente, propiciar una agenda mínima que disminuya la exclusión y se diseñen políticas públicas para igualar más a los ciudadanos en los espacios públicos, porque al final, la democracia es libertad, más simetría e igualdad.