Derechos humanos y desigualdades sociales en Estado de Emergencia
Estudios económicos y sociales registran que América Latina y el Caribe constituyen la región más desigual del planeta, caracterizada por profundas brechas sociales donde la pobreza constituye un problema transversal a todos los Estados de la región.
Esta situación se ve agravada por la crisis sanitaria que nos arropa fruto del COVID-19, una pandemia que ha traído consigo una crisis social, económica, humana y que rápidamente se convierte en una crisis de derechos humanos y desigualdades sociales.
El virus afecta considerablemente la plena vigencia de los derechos humanos en virtud de la clara amenaza que representa para la vida, la salud y la integridad, así como sus efectos a corto, mediano y lago plazo sobre la sociedad en general, en especial sobre aquellas personas y/o grupos más vulnerables, puesto que ha desnudado las desigualdades sociales que padecen nuestro país y otros lugares del mundo.
Tal y como expresó Rosa Cañete, consultora en temas de derechos y desigualdades, en nuestro panel virtual ‘Derechos humanos y desigualdades sociales en Estado de Emergencia’, “la pandemia ha puesto sobre la mesa de manera cruda las múltiples desigualdades que existen en la región, las cuales se han venido acumulando de forma estructural, y que ahora golpean y afectan a todos los sectores”
Por la declaratoria de emergencia ante la situación que vivimos y para salvaguardar nuestra salud, la de nuestros seres queridos y todo el que nos rodea, nos piden quedarnos en casa y salir solo cuando sea realmente necesario, pero datos evidencian que ese Quédate en Casa no significa lo mismo para todos y todas, para algunos es estar con su familia tranquilos en casa con internet, luz, cable y la nevera llena de alimentos; pero para otros implica pasar hambre e incomodidades por la ausencia de servicios básicos como el agua y la luz.
A raíz de esto, la especialista Cañete plantea que ojalá en República Dominicana se impulsara más litigio estratégico con respecto a derechos económicos y sociales para mejorar este escenario.
El Estado se encuentra obligado a garantizar derechos fundamentales como la alimentación, la seguridad y la educación. Sin embargo, debido a la crisis generada por el COVID-19, se ve comprometida su capacidad de respuesta de la forma más oportuna y eficiente posible. Por lo que corresponde a los Estados colocar en el centro de sus acciones el respeto de estos derechos tornando su accionar a políticas públicas que garanticen su cumplimento.
“Esta pandemia nos evidencia la necesidad de hacer políticas para todos, ya que la sociedad será mejor para todos, mientras menos desigualdades haya”, Rosa Cañete, consultora en temas de derechos y desigualdades.
¿Cómo construir una sociedad mejor para todos y todas? ¿Cómo disminuir las desigualdades sociales? ¿Cómo enfrentar mejor esta crisis sanitaria salvaguardando los derechos humanos y la integridad de todas las personas? ¿Cómo impulsar un desarrollo sostenible de nuestras sociedades?
Para el especialista de derechos humanos, Luis Fernando Astudillo, una primera invitación tiene que ver con intentar reflexionar y descubrir cuál es la forma y el contenido de lo que entendemos por desarrollo, porque nos vincula directamente con los modos de organización política, económica y cultural con que se gobierna hoy día, y ese modelo se ha puesto en jaque por un virus que fue capaz de desnudar todos los egoísmos, las falencias y las pobrezas del actual sistema.
El respeto y la garantía de los derechos humanos se han visto afectados por la cultura que año tras años se ha venido construyendo en nuestra sociedad, velar por el yo en vez de velar por un nosotros. Y ante esta crisis sanitaria, tal y como sostiene Astudillo “la competencia, el individualismo, el consumismo, la acumulación ilimitada, el despilfarro que se expresa en convertir a las cosas y a las personas en desechables, han dado muestra de estar lejos de ser elementos que coadyuven a detener una pandemia como la que estamos viviendo. El modelo de organización actual no puede o no debe continuar”.
Otras revelaciones que nos deja el COVID-19, de acuerdo a los planteamientos de Astudillo son:
- Que las respuestas frente a esto son respuestas viejas, no hay que ser tan creativos, lo que hay que volver a los paradigmas que se expresan en la idea de solidaridad, igualdad y justicia social. Son estas ideas que nos van a llevar a superar esta crisis que estamos viviendo, la construcción efectiva de un nosotros.
- Que el Estado de Justicia Social no es una carga, sino una manera efectiva y eficiente de poner a servicio de todos/as bienes y servicios que no pueden quedar sometidos a las leyes de mercado; y la importancia que tiene el trabajo humano como fuente de generación de riqueza.
- Que debemos hacer un esfuerzo de empezar a mirar la sociedad desde otra perspectiva, y una manera de hacerlo es siendo capaces de que los derechos humanos se conviertan en una cultura, en una filosofía y que esta se pueda convertir en formas diversas de cómo se construye una sociedad.
El COVID-19 ha revelado el deficiente sistema sanitario que tiene la República Dominicana. Ha evidenciado la deuda social que tiene el país con la población. Ha puesto sobre la mesa los problemas sistemáticos y los desafíos que tenemos como nación para convertir los derechos humanos declarados en la Constitución en derechos sustantivos que la gente pueda acceder a ellos. Este contexto exige organización, unidad, conciencia, auténtica democracia y participación efectiva de los diferentes sectores que conforman la sociedad, y como ciudadanos tenemos el deber de:
- Demandar al Estado dominicano el acceso al sistema de salud, a través de un diagnóstico y atención temprana.
- Reclamar las asistencias sociales pertinentes para que pueda materializarse el aislamiento y distanciamiento social, evitando la cadena de contagio.
- Solicitar espacios de atención para abordar otros problemas de salud o violencia doméstica.
Todo esto para evitar que la crisis de emergencia pública que constituye el COVID-19 y que impacta también en lo económico, no se convierta también en una crisis de los derechos humanos.
Fuente de imagen: OXFAM